El confinamiento no congelo la violencia
El dia del congelamiento, Tucuman procuraba olvidar el año que habia marcado profundamente a la sociedad con records de violencia: los 141 homicidios de 2019 ponian a la provincia, por segundo año consecutivo (aunque con un aumento en las cifras con respecto a 2018) en el segundo lugar en el terrible podio que encabeza Rosario de Santa Fe. La condena al asesino de Valentin Villegas, el 4 de marzo de 2020, llevaba aparejada la idea de que la reflexion derivada de la conmocion que habia generadoo en Yerba Buena el asesinato del joven heroe llevaria a cambios sustanciales en la seguridad.
Enero habia dejado una cifra de un 40% menos de asesinatos que en igual mes del año anterior. En febrero se habia realizado el encuentro del Consejo de Seguridad Interior, con programas para mejorar la indomable realidad (“queremos que la prevencion sea una realidad”, decia el ministro de Seguridad, Claudio Maley), y hacia poco, tambien, se habia condenado a perpetua al violador de la niña llamada Lucia, con lo que el Gobierno parecia dejar atras la horrible imagen de provincia atrasada, a contramano del pais, que arrastraba desde que se miro con ojos antediluvianos la violacion a una criatura de 11 años y se intento, con soterrada connivencia oficial, impedir la aplicacion de la ley IVE.
El otro pozo, la crisis
Por lo demas, la provincia trataba de salir de ese otro pozo espantoso que era la crisis economica despues del salvaje 2019, lleno de sacudones: el Gobierno lograba escaparse de la clausula gatillo para los sueldos estatales y la Nacion prometia $ 1.100 millones en obras. Solo dos cosas nos mostraban como provincia que involucionaba. Por un lado, el largo paro de choferes de omnibus en reclamo de sueldos (vinculado a la crisis estructural del sistema de subsidios que le dejaban el 99% a Buenos Aires y el 1% a Tucuman) parecia que iba a repetir el debate del transporte del año anterior; y por otro, la marcha de mujeres del 8 de marzo: “El Gobierno no nos cuida: estamos desprotegidas”, fue el titulo de este medio del 9, que reflejaba esa realidad indomable.
Entonces llego el congelamiento. El panico por el coronavirus, la incertidumbre y el inmovilismo. El dia que paralizaron la Tierra trajo consigo el descenso a los niveles de supervivencia basica y la desconfianza hacia el otro; el desbalanceo entre la obediencia a las restricciones y la desobediencia que nos caracteriza; los cierres de ciudades y municipios; la caida en picada de los factores de la economia (en ese marco quedo perdida y desatendida la larguisima y repetida huelga del transporte); el crecimiento de los servicios de delivery; las multitudes de personas vulnerables encerradas en sus barrios; el elogio a los medicos y enfermeros y la atencion a sus problemas (hace mucho que se los dejo de aplaudir, a pesar de que muchos han dejado la vida en la lucha contra el virus); la aparicion de la “nueva normalidad”; la enseñanza virtual y el teletrabajo.
Otra tarea policial
Cambiaron las tareas habituales de las autoridades: Salud se convirtio en el horizonte donde depositar las esperanzas hasta que se avizorara la vacuna y en segundo lugar la Policia se convirtio en la responsable del orden trastocado de la pandemia: se volvieron noticias las detenciones de personas por violar la cuarentena (a tres dias de declarado el aislamiento, ya habia 600 detenidos en Tucuman) y fueron notorias las historias de un empleado jerarquico de la Justicia y de un medico que fueron “escrachados”, respectivamente, mientras incumplian el aislamiento y maltrataban a personal de control de countries.
Menos notorias fueron las detenciones de personas de bajos recursos casi obligadas por sus realidades a incumplir las restricciones de circulacion. Se secuestraron unos 4.000 vehiculos. Apenas hubo algunas denuncias de arbitrariedad policial y todo quedo enmascarado dentro de las restricciones de los derechos individuales de circulacion que determinaba la pandemia.
En el marco de incentivos de investigacion que el area nacional de Ciencia y Tecnica otorgo a Tucuman (junto a Catamarca y Santiago del Estero) para estudiar el impacto de la pandemia en los grupos sociales vulnerables no se pudo chequear lo que ocurria a nivel de violaciones de derechos humanos por parte de las autoridades en nuestra provincia, como si se hizo en Santiago del Estero. Los fondos llegaron a cuentagotas y bastantes partes de los programas de investigacion se ralentizaron.
Problema que crecio
Efecto de las limitaciones a la circulacion: menos accidentes de transito. Lo unico. Por lo demas, el cambio de tareas policial no hizo reducir la tasa de criminalidad. El gobernador Juan Manzur, diez dias antes del confinamiento, habia dicho “hay un problema y estamos redoblando los esfuerzos (en inseguridad)…vemos que crece la violencia intrafamiliar”. Para entonces tenian como programa novedoso el de Cuadrantes de Patrulla, que abarcaba 10 barrios (hoy son unos 50). Con el confinamiento explotaron la violencia de genero, las agresiones intrafamiliares e intravecinales y a lo largo del año se vio que la cifra de asesinatos aumento sin pausa. 2020 fue el peor año en cifras de violencia homicida en Tucuman: 152 crimenes a lo largo del año. Y este 2021, con 32 homicidios, va por la misma senda. El congelamiento inicial y los cambios de habitos de la pandemia no hicieron variar la tendencia.
Estructuras deformadas
Una mirada comparativa entre marzo de 2020 y marzo de 2021 deja algunas ideas de que hay estructuras deformadas que no varian. Al igual que entonces, hoy sigue la crisis del transporte con paros parciales o totales y la incertidumbre por el futuro. Hoy vuelven los reclamos de comerciantes por la inseguridad en Yerba Buena. Otras cosas van empeorando: la preocupacion por el narcomenudeo hoy parece agravada con el aumento de cifras de homicidios vinculados con el negocio de la droga; y la marcha de las mujeres de este 8 de marzo fue la expresion de reclamos a una sociedad en la que la violencia de genero no cede. Este año ya se acumulan cuatro femicidios en este Tucuman salvaje, que, por otra parte, ha acumulado hechos de altisima conmocion en medio de la pandemia: los crimenes del obrero rural Luis Espinoza, del productor “Pepe” Porcel (entre otros cinco productores), de la empresaria Ana Domine, de la pequeña Abigail Riquel (y el salvaje ajusticiamiento popular de su asesino, “Culon” Guaymas), del padre Oscar Juarez y la terrible, tragica experiencia de Paola Tacacho, entre otros.
Acaso, como decian en Italia las tucumanas Cecilia y Ana Alicata, frente a la novedosa emergencia del virus y la pandemia “los argentinos estamos acostumbrados a vivir en emergencia”. Pero en lo que hace a la inseguridad casi estructural provinciana, el confinamiento y la pandemia no han congelado la violencia; al contrario, las cosas han empeorado y la salida se ve lejana, pese a los tibios anuncios sobre medidas de cambio.
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