Aitor Sánchez, nutricionista: ‘El sobrepeso infantil empieza desde que a los bebés les exponemos a papillas y tarritos no siempre saludables’
Aitor Sánchez, autor del blog ‘Mi dieta cojea’ y de varios libros sobre nutrición, entre ellos ‘¿Qué le doy de comer?: Una guía para que los más pequeños coman de forma saludable‘, analiza en esta entrevista los resultados de la nueva edición del estudio oficial sobre obesidad infantil Aladino. Admite que le ha “sorprendido” que la investigación demuestre que bajado el exceso de peso de los niños dado el consumo de bollería industrial, refrescos y snack salados entre los más pequeños y su “aversión” a la verdura, el pescado, las legumbres o los frutos secos. Y propone varias medidas para atajar el problema.
“La industria ha construido una oferta alimentaria dirigida al público infantil nefasta”
¿A qué atribuye que la prevalencia y obesidad y sobrepeso infantil haya caído 4,5 puntos desde 2019?
Es muy difícil señalar una causa concreta. En estos cinco años han sucedido muchos fenómenos sociales que habrían justificado una subida mayor en sobrepeso y obesidad: la pobreza infantil, la subida de los precios de la comida saludable, el aumento del uso de las pantallas, el sedentarismo, la ausencia de dietistas-nutricionistas en sanidad pública… Es todo un conjunto de obstáculos que no ayudan a la mejora, por lo que los datos son sorprendentes. El único halo de luz reseñable que hemos tenido estos años ha sido la notable mejora en los comedores escolares de alguna comunidades como Catalunya, Euskadi, Comunidad Valenciana o Baleares. Los datos preliminares que vemos de esas regiones son esperanzadores, así que probablemente tengamos que tomarlas como ejemplo para implementar las medidas en todo el territorio.
“Que vivamos a las orillas del Mediterráneo no implica que sigamos una dieta mediterránea”
El estudio demuestra, no obstante, que en las familias de rentas más bajas la situación no ha mejorado y casi la mitad de los niños cuyos hogares tienen una renta por debajo de 18.000 euros tienen exceso de peso. ¿A qué atribuye esta situación?
Esto es una constante mundial. Las familias con menos recursos acaban atravesando una situación de vulnerabilidad que les dificulta no solo comer saludable, sino seguir un estilo de vida sano en otros aspectos como la salud mental o la actividad física. Los determinantes sociales son clave en el desarrollo de la obesidad infantil, porque lo que comemos o cuánto nos movemos está muy condicionado por los hábitos del hogar, por los espacios de compra o el ocio que ofrecen los diferentes barrios de las ciudades.
Nuestra alimentación se parece más a una ‘western diet’ o ‘dieta occidentalizada’ que a la dieta mediterránea
Todavía no hay una comparativa internacional con los nuevos datos, recabados en 2023, pero en la antigua edición de Aladino España era el tercer país europeo con más exceso de peso infantil y el cuarto con más obesidad. ¿Por qué España sale tan mal parada teniendo en cuenta que la dieta mediterránea es saludable?
Porque la dieta mediterránea no es algo que esté implementado realmente en España. Tenemos coletazos de la misma, nada más. A pesar de estar en una situación privilegiada por disponer de fantásticas materias primas, nuestra alimentación se parece más a una ‘western diet’ o ‘dieta occidentalizada’ que a la dieta mediterránea. Esto es todavía más notorio en la población infanto-juvenil, que todavía come alimentos más superfluos y menos nutritivos. Que vivamos a las orillas del Mediterráneo no implica que sigamos una dieta mediterránea.
Los niños están más expuestos a la bollería industrial, los refrescos, las bebidas energéticas y los snacks salados
¿A qué achaca esa aversión de los niños a la verdura, la fruta y el pescado? ¿Qué hacemos mal los padres o como sociedad?
Y aversión también a las legumbres y frutos secos, dos de los grandes desaparecidos de las dietas infanto-juveniles. Esas faltas de preferencia son el reflejo de lo que la sociedad les ofrece a los más pequeños. Simplemente es una réplica de lo que comen sus familias, pero con la problemática añadida de que además están mucho más expuestos a la bollería industrial, los refrescos, las bebidas energéticas y los snacks salados. Es decir, tienen la parte negativa de la dieta de los adultos, pero además acentuada con los productos que les publicita la industria.