El valor estrategico de la informacion en el control de las epidemias del siglo XX
La informacion es poder, como sabemos. Eso explica por que el control de la informacion ha sido uno de los objetivos de las autoridades de todos los tiempos. En las crisis epidemicas como la que vivimos, el conocimiento exacto de la difusion y el impacto de la enfermedad ofrece una herramienta precisa para tomar decisiones adecuadas y evitar el contagio. Pero ademas, la divulgacion de esa informacion adquiere un valor estrategico que la convierte en un potente instrumento de control social.
Asi circula la informacion
Historicamente la circulacion de la informacion ha estado siempre limitada a una minoria, generalmente bien asentada en el ejercicio del poder. A lo largo del siglo XIX, el desarrollo de la tecnologia, la alfabetizacion y los medios de comunicacion fue modificando esa situacion. Luego, al comenzar el XX, se hizo evidente la necesidad de establecer controles sobre la difusion de noticias en paises con regimenes politicos no democraticos o en situaciones criticas como guerras.
Es de sobra conocido, y ha sido muy recordado en los ultimos tiempos, el caso de la pandemia que ha pasado a la historia con el nombre de «gripe española». Su verdadero origen es incierto (los focos iniciales han sido situados en Estados Unidos, Francia o China, pero su mortifera difusion por todo el mundo coincidio con los meses finales de la Primera Guerra Mundial.
Por eso las noticias acerca de su presencia y efectos fueron consideradas de interes militar y, en consecuencia, sometidas a censura. Excepto en España, uno de los pocos paises europeos que mantuvo la neutralidad y en el que la prensa pudo informar con libertad sobre la extension de aquel virulento brote de gripe.
El «piojo verde» y la limpieza ideologica
En las siguientes decadas no se repitieron en España epidemias tan graves como aquella. Sin embargo, en los dificiles años que siguieron a la Guerra Civil si se produjo un grave deterioro del estado sanitario del pais por la propagacion simultanea de varias enfermedades contagiosas como la difteria, el paludismo, la viruela y el tifus exantematico.
En un contexto social de miseria y hambre, la difusion de esas enfermedades coincidio con el proceso de implantacion de un regimen dictatorial que ejercia un fuerte control politico y social despues de ganar la guerra.
Sin ir mas lejos, el tifus exantematico puso a prueba la capacidad de gestion de una epidemia a la que se le dio un evidente sesgo ideologico. La enfermedad fue conocida popularmente como el «piojo verde», ya que el patogeno causante, la bacteria Rickettsia prowazekii, era transmitida por el piojo del vestido. En un pais empobrecido y hambriento, el tifus se identificaba con la gente desaseada.
El nuevo regimen no tardo en establecer un inmediato paralelismo entre una imagen sana, fuerte y limpia propia de los vencedores, que se contraponia a la parte enferma, debil y sucia de los derrotados. La higiene personal se consideraba señal de limpieza ideologica.
En aquellos momentos, los problemas sanitarios eran tratados como cuestiones de orden publico. En cada provincia la figura del omnipotente gobernador civil era responsable de la salud publica y rendia cuentas ante el Ministerio de la Gobernacion, equivalente al actual departamento de Interior. Por ejemplo, cuando en abril de 1941 las autoridades reconocieron la existencia de tifus en la ciudad de Malaga el gobernador civil, Jose Luis Arrese, publico un bando dictando medidas «para evitar el grave problema sanitario», sin mencionar expresamente la enfermedad.
Inicialmente se adopto una estrategia represiva: reclusion de «las personas sucias y desaseadas» en sitios aislados y evacuacion de mendigos a sus lugares de origen en trenes precintados. La responsabilidad del brote se hizo recaer sobre las personas con escasa higiene, es decir, sobre las conductas individuales de individuos sin recursos e ideologicamente sospechosos. La epidemia se prolongo hasta 1943, causando unos 3.500 fallecimientos en todo pais, de los que unos 500 se localizaron en Malaga.
Fiebre tifoidea: la enfermedad que no afecto a los pobres
Un nuevo brote epidemico, ahora de caracter local, afecto a la ciudad en 1951. En esta ocasion se trato de la fiebre tifoidea. Su origen se establecio en el deficiente estado de la red urbana de suministro de agua, que dio lugar a la contaminacion por restos fecales.
Aquella epidemia tuvo la particularidad de que afecto especialmente a calles centricas habitadas por personas de clase media y que disponian de agua a domicilio, mientras que los barrios obreros quedaron al margen del contagio. El hacinamiento y la pobreza no sirvieron en esa ocasion para explicar la extension de la enfermedad.
Para hacerle frente, las autoridades sanitarias propusieron, entre otras medidas, la vacunacion obligatoria de toda la poblacion y la depuracion del agua por el sistema de cloracion. La campaña de vacunacion fue masiva, alcanzando a 202.160 personas. Se contabilizaron oficialmente un total de 2.943 casos declarados, mientras que el numero de muertes ascendio a 52.
Mariano Fernandez Horques, jefe provincial de Sanidad, realizo una velada critica a las autoridades locales por intentar mantener en silencio la existencia de la epidemia: «Ciertamente se hubiera logrado mayor colaboracion publica desde el primer dia con la divulgacion de los autenticos origenes del incidente sanitario, contribuyendo tanto al exito de la campaña de vacunacion iniciada con caracter voluntario, como a la adopcion de medidas domesticas sobre el consumo de agua».
Colera y derecho a informacion veraz
Veinte años despues, en 1971, se produjo un brote de colera en la ribera del Jalon, en la provincia de Zaragoza. Fueron vacunadas mas de 600.000 personas. Sin embargo, Gimeno de Sande, uno de los responsables de la Direccion General de Sanidad, mostro su escepticismo ante la vacunacion masiva e hizo hincapie en la necesidad de invertir en medidas preventivas y en informar con claridad: «El publico tiene derecho a ser informado con toda veracidad, y los sanitarios la obligacion de proporcionarles tal informacion, y muy principalmente a los poderes publicos, para hacerles comprender la poquisima eficacia de la vacunacion para prevenir o cortar un brote, y de que es innecesaria en casi la totalidad de nuestras grandes poblaciones; que lo que importa es resolver el problema de abastecimiento publico de agua de todas nuestras localidades, que es rentable, y asi se evitaria el miedo a los brotes de colera y desapareceria la endemia de nuestras enfermedades tificas.»
Estas palabras recuerdan a las que habia escrito la comision tecnica de expertos que estudio la epidemia malagueña de 1951: «Una actitud de silencio solo puede servir para desorientar. En la prensa debe hablarse de la situacion sanitaria, aplicando si se quiere acentos optimistas, pero siempre que con ellos no se cause confusion ni se oculten las practicas sanitarias en las que deben participar mas o menos activamente».
Un claro mensaje que, aunque expresado en un contexto dictatorial, es valido para todas las epocas.
Este articulo ha sido publicado en ‘The Convertation’.