Un hombre, en la cama de un hospital. / 123rf
“Por el día está muy tranquilo, pero por la noche se transforma: se muestra muy inquieto”.
“Esta noche no ha parado de llamar a su madre, que falleció hace muchos años. Sin embargo, lleva todo el día durmiendo y casi es imposible despertarla”.
Estas frases, características de familiares o cuidadores de pacientes mayores ingresados, responden a una situación que se da con mucha frecuencia: una persona de edad avanzada es hospitalizada y, de forma súbita, experimenta un deterioro de su estado de salud, caracterizado fundamentalmente por desorientación espaciotemporal y agitación. ¿Nos enfrentamos a una demencia?
La demencia no es una enfermedad específica, sino un término general que se emplea para describir la pérdida progresiva de las funciones cognitivas: atención, concentración, orientación, capacidad de resolución de problemas… A la postre, socava la autonomía del sujeto para desempeñar las actividades de la vida diaria.
Aunque muchos de los síntomas pueden coincidir con los que presenta el paciente anciano que se agita de forma inesperada, la demencia se desarrolla progresivamente, durante el trascurso de un periodo de tiempo largo.
Entonces, ¿que le está pasando a nuestro paciente?
Puede ser víctima del llamado síndrome confusional agudo o delirium: una complicación frecuente y compleja de la hospitalización que puede tener un impacto directo en la morbilidad y la mortalidad del individuo ingresado. De ahí la importancia de prevenirlo o, en su defecto, de establecer un diagnóstico precoz para tratarlo de forma correcta. Según distintos estudios, podría afectar a entre el 20 % y el 30 % de los pacientes mayores hospitalizados.
El paciente con delirium puede experimentar las siguientes manifestaciones:
Son muchos los factores que pueden concurrir en el paciente de edad avanzada y dar lugar a un cuadro de estas características. Algunos de ellos son intrínsecos al mismo proceso de envejecimiento como la polifarmacia (uso simultáneo de varios medicamentos) o el deterioro sensorial.
Otros muchos tienen que ver con el proceso de hospitalización como el estrés causado por enfermedades agudas (una infección), la administración de ciertos fármacos, una cirugía o factores ambientales. Si han estado hospitalizados en alguna ocasión, seguro que se acuerdan de las numerosas interrupciones del equipo de enfermería en la habitación, lo que dificulta el descanso nocturno.
Veíamos cómo la demencia y el delirium, pese a tratarse de síndromes con características comunes, son dos entidades clínicas diferenciadas. Pero ¿pueden concurrir en el mismo paciente? La respuesta es sí. De hecho, hay más probabilidades de que un paciente diagnosticado de demencia presente un delirium durante un periodo de hospitalización. Esto puede ser debido a una disminución de la reserva cognitiva; es decir, los recursos cerebrales con los que esa persona cuenta para hacer frente a factores estresantes son menores.
Este síndrome es susceptible de ser tratado y, cuanto antes se haga, muchísimo mejor. Hemos de tener en cuenta que uno de los principales riesgos es que pase inadvertido y no se tomen medidas. Esto se acentúa, por ejemplo, en los pacientes con demencia, ya que esta cursa precisamente con alteraciones del nivel de alerta.
Si el delirium es consecuencia de la acción de algún fármaco, la solución consistiría, simplemente, en retirarlo. Si el factor precipitante es una infección, al tratarla pueden aliviarse los síntomas. En otras ocasiones, una terapia farmacológica específica permitirá controlar los trastornos de conducta. Todo lo anterior debe plantearse, por supuesto, tras una exhaustiva evaluación por parte del correspondiente especialista.
Cabe mencionar la importancia de la prevención para minimizar el impacto de los factores precipitantes (o evitables). Existen iniciativas como el programa HELP (siglas de Hospital Elder Life Program), que considera medidas no farmacológicas tales como la reorientación, el manejo del sueño, la movilización temprana, la utilización de dispositivos sensoriales (gafas, audífonos…), la hidratación y la prevención del estreñimiento.
La implantación de este tipo de programas y la formación continua de los profesionales de la salud son esenciales en la prevención y diagnóstico precoz de un problema que se está convirtiendo en una epidemia silente.
Algunos consejos esenciales en el manejo del paciente con delirium incluyen:
En conclusión, la prevención y detección precoz son esenciales para instaurar el tratamiento óptimo del delirium, un trastorno que puede tener un importante impacto en la salud física y mental de la persona afectada, sin olvidar las consecuencias para el sistema sanitario.