¿Qué es el Síndrome de Tarzán? Así es la tendencia tóxica en las relaciones que aumenta en España
El mundo de las relaciones de pareja tiene tantas vertientes a estudiar en psicología como individuos existen, y cada uno las vive a su manera. Sin embargo, existen algunos síndromes que pueden llevar las uniones sentimentales hasta extremos poco deseables para nuestra salud mental, aunque no nos estemos dando cuenta de que rozamos la toxicidad emocional. Intentar despreciar el dolor que sentimos tras una ruptura, no hacerle caso, al final va a causarnos más dolor.
Este es el caso del denominado por los profesionales como Síndrome de Tarzán: imaginemos a tarzán saltando de una liana a otra, en volandas por la selva, sin poner los pies en el suelo en ningún momento, ¿te suena?. A menudo enlazamos relaciones sentimentales, sin bajar en ningún momento a tierra o contactar con el dolor del duelo por la anterior ruptura. ¿Es esto realmente sano? ¿Qué consecuencias puede tener?
¿Por qué cada vez se ven más Síndromes de Tarzán en España?
Para aclarar todas las dudas sobre las razones, los perfiles y las consecuencias de ‘saltar de liana en liana’ sin tomar nunca tierra ni dedicar un tiempo a la reflexión interior, hemos hablado con la psicóloga sanitaria María José Arregui, de la plataforma Estar Contigo Terapia.
“Últimamente se habla de una tendencia que tiene que ver que como sociedad parece que estamos más centrados que nunca en evitar contactar con emociones como el dolor, el aburrimiento y la sensación de vacío. A la contra, nos enfocamos mucho en vivir a un ritmo frenético y sentir emociones potentes como la adrenalina, el placer o la paz absoluta”, comenta la experta.
Si juntamos esas dos tendencias, “lo normal es que queramos evitar sufrir y pasar el duelo por una ruptura y que además busquemos ‘sustituir’ a esa persona lo más rápido posible. Sí además le sumamos que vivimos en la era de la sobreinformación, cada vez se hace más difícil tomar decisiones y comprometerse con una única opción”.
Más aún, “por inercia siempre vamos a sentir que esa persona no es suficiente y que podríamos encontrar algo aún mejor. Para tener este pensamiento ayuda mucho tener a disposición herramientas como Tinder o Bumble, que ofrecen un catálogo inagotable de opciones”.
El problema de la necesidad de validación externa
La psicóloga introduce en este punto un tema que tiene mucho que ver con esta tendencia tan tóxica del Síndrome de Tarzán, y no querer perderse nada. “Si personificamos un poco, dependiendo de nuestra propia historia vital y de apego, es posible que nuestras circunstancias refuercen este síndrome”.
Si por ejemplo, hemos forjado una autoestima muy dependiente del reconocimiento o la validación del otro (en este caso de nuestras sucesivas parejas), vivir el rechazo y que rompan conmigo puede ser algo muy difícil de asimilar… al tiempo que especialmente doloroso. En este contexto, va a ser más que probable que tratemos de escapar de ese dolor buscando consuelo en una nueva persona, sin detenernos en analizarlo y vivirlo como corresponde”.
Evitar el dolor, a la larga, provoca más dolor
“Es difícil predecir cómo esto nos puede llegar a afectar, pero si algo hemos aprendido en psicología y a través de la experiencia con pacientes, es que evitar el dolor, a la larga nos lleva a caer en mayor dolor”.
Como profesional de la salud, María José Arregui no cree que debamos reprimirnos y evitar conocer a personas nuevas tras una ruptura, en absoluto. Pero la psicóloga considera que “es importante pararnos un momento a explorar cómo me estoy sintiendo con esa ruptura y si ha tocado algo de mí”.
¿Tiene que ver con el miedo que me da comprometerme?, ¿es el miedo a que me vean vulnerable porque esa persona estaba empezando a conocerme?, ¿han roto conmigo y me doy cuenta de que mi autoestima se ha resquebrajado?
“Solamente parándonos a hacer ese tipo de preguntas va a ser posible que esa experiencia nos sirva para conocernos mejor. Exclusivamente de ese modo podremos sentir que estamos en contacto con nuestra parte más auténtica, para comenzar a amarnos y a sentir que nuestra vida tiene un sentido. La conclusión, en todos los casos, debería ser que existimos en el mundo de una forma genuina”, concluye la psicóloga.
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