¿Existe algún tratamiento que permita dejar de fumar sin engordar?
Dejar de fumar suele implicar engordar de media entre 2,5 y 4,5 kilos de peso /
Quienes abandonan el tabaco sufren, de media, un incremento de entre 2,5 y 4,5 kilos de peso
La mejora de la calidad de vida al dejar de fumar no es un secreto, pero combatir la adicción no siempre es fácil. Si alcanzar la deshabituación tabáquica es todo un reto, un factor adicional entorpece la motivación para enfrentar el desafío y socava algunos de los beneficios.
A menudo, acabar con el insalubre hábito implica un aumento de peso. De media, se calcula que el incremento asciende a entre 2,5 y 4,5 kilos, aunque no todo el mundo lo padece. No existe una única causa documentada que justifique este daño colateral reflejado en la balanza.
Podría deberse a una ralentización del metabolismo basal, ya que la nicotina acelera la velocidad a la que se queman las calorías, o al hecho de que el tabaco es un supresor del apetito. Dejar de fumar mejora, además, el sentido del gusto y del olfato, ambos sentidos capitales para el disfrute sápido.
Muchas personas se someten a tratamientos farmacológicos para escapar de su adicción por el humo. Por eso, una revisión Crochane –resumen de los resultados de los estudios disponibles y cuidadosamente diseñados que proporcionan un alto nivel de evidencia sobre la eficacia de las intervenciones en temas de salud- ha analizado si existen intervenciones diseñadas para ayudar a dejar de fumar que también pueden afectar al aumento de peso, controlándolo.
Su conclusión no es alentadora. «En general, no hay ninguna intervención de la que exista una certeza moderada de un efecto clínicamente útil sobre el aumento de peso a largo plazo. Tampoco hay evidencia de certeza moderada ni alta de que las intervenciones diseñadas para limitar el aumento de peso reduzcan las posibilidades de que las personas logren la abstinencia del tabaco», resuelve el estudio
Más investigación
La realidad es que la ciencia no sabe aún «con certeza» qué programas o tratamientos funcionan mejor para ayudar a las personas a evitar engordar, ni cómo afectan al éxito de dejar de fumar. La razón es que la evidencia muestra «efectos variados y poco claros».
Las personas que usaron bupropión, de media ganaban menos peso (1,01 Kg menos) que las que usaron placebo, pero esa diferencia de peso apenas se mantenía en el tiempo y a los 12 meses el peso era el mismo, prácticamente. Quienes recurrieron a tratamientos de reemplazo de la nicotina (TRN) también sumaba menos peso (0,52 Kg menos) que el grupo placebo pero la diferencia tampoco perduraba. Respecto a los de vareniclina, al principio engordaro 0,23 Kg menos pero al año la situación se invertía, con un 1,05 Kg más entre los que habían usado Champix.
Es preciso, opinan los autores del trabajo, seguir investigando -precisamente, la Universidad de Oviedo puso un proyecto en este campo en marcha el año pasado- e incluir en los estudios de nuevos medicamentos de deshabituación tabáquica el análisis de las variaciones de peso