Los expertos explican los interrogantes detrás de los pinchazos a mujeres en discotecas: “Lo que se está inoculando es miedo”
En las últimas semanas se ha denunciado en España un número alarmante de agresiones con una metodología muy particular: la supuesta inoculación mediante pinchazos de sustancias a mujeres en discotecas, festivales y en general en locales de ocio.
Como es lógico, el fenómeno ha generado una gran alarma social, y a menudo se ha presentado como una nueva modalidad de sumisión química, una práctica destinada a facilitar determinados delitos (principalmente, agresiones sexuales a mujeres) proporcionando drogas a la víctima en contra de su voluntad.
Hasta ahora, no obstante, todos los intentos por identificar las sustancias concretas han fracasado, y además en España ninguna de las denuncias ha incluido una presunta agresión sexual. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué sustancias podrían estar inoculándose para que sea tan difícil detectarlas y cuáles son sus verdaderos peligros? ¿Cuál es la verdadera intención detrás de estas agresiones?
“Hay motivos para dudar de que sea sumisión química”
Claudio Vidal, director de Energy Control, explica a 20minutos algunos de los problemas que plantea la cuestión de las sustancias. “Nosotros hemos querido manifestar que se trate de casos de sumisión química. Los pinchazos existen, pero tenemos muchas dudas de que se trate de un método de administración de sustancias con el fin de cometer una agresión sexual”.
Energy Control es un programa de la Asociación Bienestar y Desarrollo dedicado a la intervención desde la reducción de riesgos en el ámbito de los consumos recreativos de drogas. Como tal, algunas de sus estrategias pasan por la información a los consumidores y el análisis de sustancias con el fin de alertar sobre riesgos potenciales.
“Hay varios motivos. Primero, debemos tener en cuenta que no se trata de un fenómeno exclusivo de España, sino que desde el año pasado se venía dando en países como Reino Unido, Francia, Holanda, Bélgica… y en la mayoría de los casos no se han detectado sustancias o no se han podido relacionar los pinchazos con la detección posterior de sustancias. Igual que en el caso español, no tenemos constancia de cuáles son las sustancias y los resultados tienden a ser negativos”, prosigue.
“Un pinchazo no es lo mismo que una inyección”
En línea con esto, apunta a que el único caso en el que se detectó una sustancia “resultó ser un falso positivo”. “Ha habido mucha confusión entre MDMA y GHB (sustancias diferentes que, sin embargo, se conocen popularmente como éxtasis y éxtasis líquido, respectivamente). Si fuera el caso de GHB, hay que saber que nuestro propio cuerpo produce esta sustancia y eso da lugar a falsos positivos”.
En la misma dirección se expresa la doctora Ana Ferrer, presidenta de la Fundación Española de Toxicología Clínica. “Un pinchazo no es lo mismo que una inyección. Puede ser con un alfiler, con una aguja o un alambre, pero eso no es un método para introducir en el organismo ninguna sustancia”, asevera a este medio.
“Desde un punto de vista toxicológico, no se puede introducir así una cantidad de sustancia que produzca un cuadro tóxico: para eso es necesaria una inyección, y eso es otra cosa. Por eso no ha habido ningún caso de los estudiados en los que se haya detectado ninguna sustancia en el organismo”.
“Todas las drogas dejan rastro”
Vidal profundiza en esto: “La inoculación de sustancias mediante una aguja puede hacerse por vía intramuscular o intravenosa. La segunda queda totalmente descartada: hay que localizar una vena, la persona tiene que mantenerse quieta… todo lo contrario a cómo se están dando estos pinchazos”.
“La administración intramuscular podría darse”, reconoce, “pero también requiere de un tiempo. No es pinchar, soltar el líquido y ya está: serían muy dolorosas y producirían acumulación de líquido en la zona”.
“Por eso”, añade, “creemos que el hecho de que las pruebas den negativo no significa necesariamente que se trate de sustancias que no dejen rastro. Todas las drogas dejan rastro, y más cuando hay una denuncia de por medio”.
Guillermo Burillo, coordinador del grupo de toxicología de la Sociedad Española de Medicina de urgencias y Emergencias (SEMES) ofrece un matiz a 20minutos. “En principio parece que no se está inyectando nada, porque para que se produzca un efecto tiene que haber un cierto volumen de líquido inyectado y eso se nota. Deja un bulto, y parece que en las pacientes que han reportado pinchazos eso no estaba presente”.
“Es verdad que hay alguna sustancia que en los hospitales no podría no detectarse”, prosigue, “pero sí en la mayoría de los laboratorios de toxicología forense. Y no parece que ellos estén detectando algo; desde luego, no las sustancias habituales en la sumisión química”.
“Ni rastro de burundanga”
Para entender esto, puede ser útil conocer las sustancias que se sabe que se han empleado para la sumisión química en otras instancias (no mediante pinchazos), menos exóticas de lo que la creencia popular atribuye. “Por supuesto, ni rastro de burundanga o escopolamina”, sentencia Vidal. “Hay que distinguir entre dos modalidades de sumisión química: una es la proactiva, que consiste en proporcionar a la víctima una sustancia sin que ella tenga conocimiento para facilitar la agresión. Típicamente, ‘echando algo en la copa'”.
“La sumisión química más habitual la perpetran conocidos de la víctima”
“Luego están las oportunistas”, continúa. “Que consisten en aprovechar el estado de vulnerabilidad de una persona que voluntariamente ha estado consumiendo alcohol u otras drogas. Y esta es sin duda la más habitual, y normalmente la perpetran conocidos de la víctima“.
“Sea como sea, en la primera modalidad tienden a ser sustancias que reduzcan la actividad de la persona, como depresores del sistema nervioso central. Benzodiacepinas (fármacos normalmente empleados como ansiolíticos) y este tipo de medicamentos”, expone el experto.
También se ha propuesto la ketamina, un potente disociativo y sedante empleado a veces de forma recreativa, pero Vidal defiende que “aunque tiene efectos depresores del sistema nervioso central, para lograr este efecto se necesitan cantidades muy elevadas. Por eso, en las agresiones oportunistas suele estar implicado el alcohol principalmente, en las proactivas suelen ser benzodiacepinas y sustancias de este tipo”
“Los síntomas son explicables”
Burillo además afirma que los síntomas de estas pacientes a menudo tienen pocos puntos en común. “Hasta ahora no se ha hecho ningún estudio de forma reglada”, advierte, “pero parece que los casos varían. El lugar del pinchazo, los síntomas… La única característica es que parece que son pinchazos sin la introducción de un volumen de líquido adecuado que no están dando positivo en los test toxicológicos”.
“Algunas víctimas dicen que pierden un poco la conciencia, que se marean… Pero si no hemos detectado sustancias, es difícil saber si eso es una reacción vagal o es el resultado de algún producto”. Aquí, es preciso apuntar que los síncopes vagales pueden tener causas como el estrés emocional, estar de pie mucho tiempo, las aglomeraciones, la deshidratación… y estímulos poco placenteros como dolor o pinchazos.
Así, Vidal argumenta que muchos de estos signos son lógicos: “Muchos de los síntomas pueden ser explicables por la propia ansiedad del momento”, afirma. “Cualquier persona que piense que la han pinchado para drogarla y para violarla, con todo el proceso de después (acude al stand, llama a la policía, los servicios sanitarios…) no puede permanecer impasible, y puede tener reacciones de ansiedad o pánico que expliquen los síntomas”.
De todas formas, puntualiza: “El problema no está en estas reacciones, y no hay que restarles credibilidad en ningún momento. El problema está en la creencia de estas personas de que podían ser pinchadas, drogadas y violadas: las reacciones son completamente normales si se piensa esto”.
“Los pinchazos son agresiones machistas”
Finalmente, este experto ofrece su visión de por qué es importante detenerse a analizar estas cuestiones y entender las dimensiones de estas agresiones. “Nosotros emitimos un comunicado hablando de esto con el objetivo de reenfocar esta situación”, señala.
“Los pinchazos se están dando, eso no cabe ninguna duda y no hay razones para dudar de que eso ocurre. Son agresiones y son agresiones machistas: lo que se está inoculando miedo y terror”.
“Parece lo que se ha denominado como ‘terrorismo machista’
“Hay que resituar el foco: no hablemos tanto de las víctimas y hablemos de que hay agresores que están inoculando ese miedo“, concluye.
Burillo expresa una opinión similar: “Parece lo que algún compañero ha denominado ‘terrorismo machista’. Pero es positivo que se dé importancia a la sumisión química y a las medidas preventivas frente a ella, aunque no sea por pinchazos”.
Además, resalta que sigue siendo importante que las personas que sean víctimas de estos pinchazos busquen atención médica, ya que siguen suponiendo un riesgo relevante para la salud: “Además del riesgo traumático, local, si te pinchan en un nervio o una arteria, existe riesgo de infecciones como VIH, hepatitis o tétanos”.