Los efectos en el cerebro de beber café todos los días, según la ciencia
El café es probablemente la bebida estimulante más consumida en España. Para muchos, el café matutino es un ritual ineludible, y no son pocos quienes lo toman varias veces más a lo largo del día.
Como ya sabemos, el café tiene un alto contenido en cafeína y es, por tanto, un producto psicoactivo: es decir, ejerce un efecto directo sobre el sistema nervioso central y provoca cambios en el modo en el que funciona. Esto nos obliga a preguntarnos si el consumo habitual de café puede afectar a nuestro cerebro en el largo plazo, y de ser así de qué modo podría hacerlo.
Diferentes ingredientes bioactivos
La cuestión no es nueva, y de hecho existe un inmenso volumen de literatura científica sobre el tema; la cafeína es una de las sustancias psicoactivas mejor estudiadas. Y hay buenas noticias: todo parece indicar que el consumo habitual (pero, eso sí, moderado) de café tiene efectos positivos para la salud de nuestro sistema nervioso, además de un impacto favorable en otros aspectos de nuestra salud (como el riesgo de padecer diabetes, según una investigación publicada en el medio científico Nutrition, Metabolism & Cardiovascular Diseases).
Y es que hay que tener en cuenta que el café contiene varios ingredientes bioactivos además de la propia cafeína. Por ejemplo, un trabajo publicado en ISRN Nutrition explica que la bebida también representa un gran aporte de ácidos clorogénicos, un tipo de polifenoles antioxidantes que podrían tener efectos importantes sobre fenómenos como el metabolismo del azúcar o la tensión sanguínea; niacina (vitamina B3), cafestol y kahweol. Esto hace que determinar el efecto concreto del café en el cerebro sea una tarea compleja.
Cómo nos afecta la cafeína
Por una parte, sabemos que la cafeína afecta al sistema nervioso central de varias maneras diferentes. En todo caso, están relacionadas con la manera en la que esta sustancia interactúa con los receptores de la adenosina, un neurotransmisor que promueve el sueño.
Así, la cafeína compite con la adenosina por los receptores para esta molécula que hay en la superficie de las neuronas, inhibiendo por tanto la acción de la adenosina y estimulando el sistema nervioso, lo que induce un estado de alerta.
A su vez, esto promueve la liberación de otros neurotransmisores como noradrenalina, dopamina o serotonina, según refleja una investigación publicada en la revista académica Saudi Pharmaceutical Journal
En consecuencia, en el corto plazo la cafeína puede mejorar varios aspectos de la función cerebral, incluyendo el ánimo, el tiempo de reacción, la vigilancia, la atención, el aprendizaje y la función mental general.
Sea como sea, hay dos aspectos a tener un cuenta. Uno es que con el tiempo es fácil que el cuerpo desarrolle tolerancia al efecto de la cafeína, necesitando cada vez dosis más elevadas para experimentar los mismos cambios; y el otro es que el exceso de la sustancia puede inducir efectos secundarios adversos sobre todo en personas con ciertas condiciones, sensibilizadas a la cafeína, que toman algunas medicaciones o embarazadas. Es por esto que la mayoría de recomendaciones se sitúan alrededor de un máximo de entre 4 y 5 tazas diarias, y en todo caso sería conveniente consultar con un médico en función de nuestras características particulares.
Mejoras sobre la memoria
Existen también algunos estudios que han encontrado que tanto el café como la cafeína podrían afectar a la memoria, si bien hay que decir que la evidencia en esta dirección es a veces contradictoria.
Por ejemplo, un trabajo publicado en Cureus en 2021 reportó que el consumo de cafeína se asociaba a mejorías en la memoria tanto en el corto como en el largo plazo; en cambio, otras investigaciones previas habían encontrado que el café podría incluso perjudicar ciertas tareas de memoria.
En general, no obstante, los estudios más recientes se inclinan por la teoría de que el café podría ser beneficioso para la memoria, e incluso en los últimos años hay investigaciones (como la publicada en 2019 en Translational Psychiatry) que han hallado que el café podría tener efectos protectores frente a condiciones neurodegenerativas que afectan fundamentalmente a la memoria, como el alzhéimer.
En esta línea, también parece que el consumo habitual de café podría tener un efecto beneficioso sobre el riesgo de padecer párkinson, como ilustra un artículo de 2008 en European Journal of Clinical Nutrition.
Beneficioso, pero con moderación
Al final, las evidencias científicas actuales permiten concluir que, al menos con cierta moderación, el consumo habitual de café puede de hecho resultar bastante beneficioso. En el corto plazo, parece que mejora el ánimo, la vigilancia, el aprendizaje y el tipo de reacción. En el largo, podría proteger frente a condiciones del cerebro como el alzhéimer o el párkinson.
No obstante, es importante recordar que el consumo excesivo de cafeína podría provocar ansiedad, temblores, agitación y problemas de sueño, en función entre otras cosas de nuestra sensibilidad a la sustancia.
Referencias
Mirmiran, P., Carlstöm, M., Bahadoran, Z., Azizi, F. Long-term effects of coffee and caffeine intake on the risk of pre-diabetes and type 2 diabetes: Findings from a population with low coffee consumption. Nutrition, Metabolism & Cardiovascular Diseases (2018). DOI: https://doi.org/10.1016/j.numecd.2018.09.001
Nuhu AA. Bioactive micronutrients in coffee: recent analytical approaches for characterization and quantification. ISRN Nutrition. DOI: 10.1155/2014/384230.
Alasmari F. Caffeine induces neurobehavioral effects through modulating neurotransmitters. Saudi Pharmaceutical Journal (2020). DOI: 10.1016/j.jsps.2020.02.005.
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Kim JW, Byun MS, Yi D, Lee JH, Jeon SY, Jung G, Lee HN, Sohn BK, Lee JY, Kim YK, Shin SA, Sohn CH, Lee DY; KBASE Research Group. Coffee intake and decreased amyloid pathology in human brain. Translational Psychiatry (2019). DOI: 10.1038/s41398-019-0604-5.
Sääksjärvi K, Knekt P, Rissanen H, Laaksonen MA, Reunanen A, Männistö S. Prospective study of coffee consumption and risk of Parkinson’s disease. European Journal of Clinical Nutrition. (2008). DOI: 10.1038/sj.ejcn.1602788