Así es vivir con el síndrome del impostor, el miedo a ser un fraude
“Ni siquiera pude valorar el sacar buena nota en mi Trabajo de Fin de Grado. Estoy estudiando la segunda carrera y parece que nunca es suficiente”. Estas palabras de Natalia, una estudiante de 23 años, ejemplifican de manera concreta lo que es el síndrome o fenómeno del impostor, un concepto acuñado recientemente pero que hace referencia a una realidad que, según algunas investigaciones, experimenta a lo largo de su vida hasta un 70% de la gente.
Este fenómeno psicológico (que es importante apuntar que no está reconocido como trastorno o enfermedad mental, y por tanto no está recogido en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales o DSM) consiste en la incapacidad de internalizar los propios logros y el miedo constante a ser descubierto como un fraude, a decepcionar a quienes tienen altas expectativas sobre nosotros.
“Ni siquiera creo que vaya a llegar a nada”
Tal y como Natalia explica a 20Minutos, en la actualidad posee un título de grado en Comunicación Audiovisual que obtuvo con buena nota, y compagina estudiar un máster de Márketing con el grado de Psicología a distancia, todo ello mientras realiza unas prácticas profesionales remuneradas. Pese a ello, dice “cuando personas que me parecen ideales me dicen cosas buenas sobre mí o que curro mucho, no me lo creo. Ni siquiera creo que vaya a llegar a nada, ni haciéndome 20 carreras”.
En un sentido similar se expresa Nacho, un programador web de 27 años. “Siento que estoy engañando a mis jefes y colaboradores porque no soy lo bastante bueno o porque no trabajo lo suficiente”, confiesa, a pesar de que “llevo tres años en la misma empresa y nunca he tenido ningún problema con mis jefes”.
El síndrome del impostor va más allá de estos pensamientos incómodos, y puede tener efectos directos sobre la calidad de vida de las personas que lo sufren. “Sentirme así me genera sensación de desamparo, disgusto, ansiedad, dolor de estómago… Y se pasa más allá del trabajo. Yo hacía artes marciales y tuve que dejarlo porque sentía que no lo hacía bien y que molestaba a los demás”, cuenta Natalia. “Me aumenta el estrés y me hace cuesta arriba el dormir”, detalla por su parte Nacho.
“Hay una exigencia que nos lleva a una competencia tóxica”
Las causas de este síndrome no están claras, aunque se han señalado una serie de factores que podrían influir mucho a la hora de desarrollarlo. Algunos de ellos los explica Elena, joven de 26 años que también experimenta este fenómeno: “Hay una exigencia de ‘tener éxito’, de ‘alcanzar la perfección’, que nos lleva a una competencia tóxica entre las personas y deriva en esta sensación de sentirte impostora”. También incide en las altas expectativas y en la difícil situación económica: “Empecé a sentirme así cuando entré en contacto con el mercado laboral, cuando estudias una carrera universitaria y ves que quizás no alcanzas todo lo que te has propuesto previamente”.