¿Puede ser buena la ira? Cómo controlarla para sacarle provecho
Al igual que ocurre con otras emociones, como el miedo, o con la ansiedad y el estrés, la ira suele identificarse como algo negativo, destructivo y que nos perjudicará a la fuerza, tanto a nosotros a los que nos rodean. Sin embargo, la evolución no nos dotó de la capacidad de enfadarnos enérgicamente por casualidad, sino porque tiene, en su justa medida, un beneficio para nuestra supervivencia. El problema surge cuando sentimos ira en más momentos de los necesarios y, especialmente, cuando somos incapaces de controlarla.
¿Por qué nos enfadamos y qué ocurre en nuestro cuerpo?
El enfado y la ira, que es un enfado más explosivo y potente, se producen cuando ha ocurrido algo externo que no es como queremos, nos molesta… Antiguamente, nuestro cerebro interpretaba esto como una amenaza y nos preparaba para la lucha: nuestro rostro cambia y se vuelve más ‘fiero’ para asustar al adversario, el sistema nervioso simpático se activa, aumenta el ritmo cardiaco, se acelera la respiración… Por otro lado, el cerebro se centra en sobrevivir, defenderse, y nos volvemos más impulsivos e irracionales. Nos preparamos ahora actuar rápido, sin pensar. Esto ayudó a nuestros ancestros a sobrevivir en muchas situaciones peligrosas y amenazantes, y, por este motivo, la ira no es mala en sí misma. El problema se produce cuando, hoy en día, situaciones que no son una amenaza real provocan en nuestro cerebro las mismas reacciones que si lo fueran y nos vuelven, en determinados momentos, irracionales y agresivos, tanto física como verbalmente. Sin embargo, si sabemos manejar la ira, no sólo no se volverá destructiva, sino que podremos sacar algo buena de ella.
¿Qué beneficios tiene la ira?
Puesto que la ira no es mala en sí misma, como ocurre con el resto de las emociones, sólo nos queda aprender a controlarla, canalizarla para que no termine en agresión y, de paso, utilizarla a nuestro favor. Y es que, emociones relacionadas con ella, como la frustración o la irritación, también pueden aportarnos ventajas. Estas son algunas de ellas.
•Más motivación. Un enfado bien canalizado nos ‘pone las pilas’, nos moviliza y nos da el empujón que nos falta para cambiar las cosas que no nos gustan, elimina barreras mentales… Además, nos proporciona una fuerza extra muy útil, por ejemplo, en las competiciones deportivas.
•Nos hacer más creativos. Los estallidos de ira, acompañados de frustración, ayudan a ser más creativos, a que nos empeñemos más en una tarea y a encontrar soluciones a los problemas más rápidamente y con ideas más originales. Eso sí, esa ‘chispa’, como la ira, se disipa rápido.
•Nos ayuda a expresar los enfados. Siempre que no se exprese con agresividad física o verbal, la ira nos ayuda a expresar los enfados y a comunicar como nos sentimos, nuestras opiniones, si consideramos que algo es injusto… Esto, a la larga, además de hacernos más asertivos, ayuda a mejorar nuestra relación con los demás.
Claves para controlarla
Para que la ira juegue a nuestro favor, en lugar de evitarla y, especialmente, de darle rienda suelta, tenemos que aprender a manejarla, pues raramente es aconsejable dejarnos llevar por ella, pues dará lugar a agresividad, hostilidad y dañara a las personas que nos rodean y a nosotros mismos. Para manejarla, podemos llevar a cabo algunas recomendaciones:
•Identifica la causa. A veces, si nos paramos a pensar en lo que nos provoca ira nos damos cuante de que, en realidad, no es tan importante y ayuda a que nos dejemos llevar.
•Intenta no hablar, al menos sin pensar y antes de tranquilizarte un poco. El control de impulsos se anula con la ira y podemos decir muchas cosas de las que luego nos arrepentiremos.
•Estate alerta a las primeras señales del episodio de rabia antes de que sea demasiado grande e intensa y más difícil de controlar.
•Intenta desviar la atención, pensar a algo diferente… Por ejemplo, el humor suele aliviar bastante las tensiones.
•Usa alguna técnica de relajación, como respirar profundamente, pasar las manos por debajo del agua fría, respirar aire fresco, cantar, sacudir las muñecas, contar hacia atrás desde 10, ponerse la palma de su mano en la frente, forzar la risa…
•Intenta tomar distancia de tus pensamientos y emociones: Respira, date tiempo para que se enfríen tus emociones.
•Una vez pase el episodio de ira, en lugar de ignorarlo, analízalo, busca la causa, una explicación… y piensa cómo te gustaría haber actuado en lugar de dejarte llevar. También es útil decir lo que piensas y expresar tu frustración de un modo más calmado.
Para ayudar a controlar los episodios de ira antes de que ocurran podemos:
•Practicar deporte, es una buena manera de descargar tensiones y energía.
•Toma consciencia de tus reacciones, lenguaje, de cómo te hablas… Para conseguirlo, puede ser muy útil la meditación y e mindfulness.
•Descansa. Si te concedes pequeños descansos durante el día, sobre todo en momentos de tensión, contribuirás a que no se acumule la tensión y termine en un episodio de ira incontrolable.
•Busca ayuda si lo necesitas. Una ira descontrolada puede llegar a ser muy destructiva. Un profesional de la psicología te ayudará a controlarla si solo no puedes.