“Los niños no dicen nada porque están atemorizados”: claves de una experta para saber si un niño es víctima de ‘bullying’
Tal vez les de algo de pereza retomar sus actividades y horarios habituales, pero la vuelta al cole debería ser para los niños un acontecimiento agradable, en el que vuelven a ver a su círculo de amistades. Por desgracia, para muchos esta ocasión puede volverse mucho más negativa.
El acoso escolar, o bullying, es una triste realidad y un problema extendido que, si no se ataja correctamente y a tiempo, puede dañar seriamente la salud mental y emocional de los pequeños.
“No suelen decir nada porque están atemorizados”
La doctora Antonia Martí Aras, Directora del Máster en Acoso Escolar y Mediación de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) explica a 20minutos que una de las grandes preguntas que se hacen los padres es cómo detectar los signos del bullying en sus hijos. Esto puede resultar complicado: “Los niños, de forma general obedecen a la ley del silencio. Es decir, no suelen decir nada porque están atemorizados”, contesta.
“Los síntomas son muy sutiles y se pueden confundir con otro tipo de problemas”, continúa. “Muchas veces me encuentro con consultas de padres que me preguntan y es complicado, porque estos signos pueden deberse a múltiples factores, como una aversión al cole”.
La experta detalla que “los niños normalmente, cuando empiezan a ser víctimas de acoso escolar, sufren un retraimiento: están más tristes, no les gustan las actividades que antes les gustaban, empiezan a aislarse (dentro del acoso escolar, una de las primeras cosas que hacen los agresores es aislar a la víctima), muchas veces somatizan (dolor de cabeza, dolor de barriga…)”.
Y resume: “Los padres tienen que estar alerta. Conocen a sus hijos y saben que lo que pasa no es normal, pero tienen que tener cuidado porque a lo mejor es una aversión al cole, un problema de bajo rendimiento académico por falta de motivación… La clave serían los cambios que no son explicables y que afectan a más de una esfera”.
“A medida que son más mayores, vemos una tristeza más acentuada”
De todas maneras, hay que tener en cuenta que los comportamientos de los niños que sufren acoso escolar pueden variar en función de factores como su edad. “A los niños más pequeños, refiriéndonos a 3º-5º de primaria más o menos”, desarrolla Martí, “les cuesta mucho más explicar esos sentimientos, y sus conductas son más de somatización o están más irritables”.
“A medida que son más mayores vemos más conductas de tristeza o de depresión. Muchos llegan a la depresión. Un niño pequeño, cuando muestra síntomas depresivos, suele estar más irritado que triste porque no sabe cómo gestionar esa emoción. Pero a medida que se hacen mayores ya saben darle el nombre de la emoción y ya vemos una tristeza más acentuada“, añade.
“Lo primero es recabar toda la información posible”
Tan importante como saber darnos cuenta de lo que está sucediendo es saber cómo actuar. En este sentido, la experta recomienda “en primer lugar, hablar con el niño e incluso con sus amigos de más confianza o con sus padres. Preguntar qué está pasando e intentar que nos confirme”.
“En el momento que detectamos que sí, que puede ser una situación de acoso, lo primero es recabar toda la información posible y, si el niño tiene síntomas físicos, llevarlo al pediatra”.
“Y, después, hay que acudir al colegio a denunciar la situación”, sentencia. “El colegio tiene automáticamente la obligación de poner en marcha un protocolo de actuación que no puede demorarse. Tendrá que abrir una investigación y tendrán que informar a los padres de la víctima sobre todo lo relativo a este procedimiento”.
“En cualquier caso, si vemos que la situación se alarga en el tiempo hay que llevarlo a un profesional, a un psicólogo, que empiece a trabajar con el niño y que pueda elaborar un informe”, aconseja.
“Cuando un niño es agresor, hay causas”
“De lo que no se trata”, aclara, “es de imponer una sanción punitiva al agresor tipo tres días expulsado o expulsarlo del cole definitivamente. Más bien es que haya una reeducación para que esa situación no se vuelva a repetir”.
De hecho, y sin perder nunca de vista las necesidades de las víctimas, también es importante detenerse a pensar en la situación de los menores que hacen bullying o acosan a otros. Al fin y al cabo, también son menores y es en esta edad cuando es más importante intervenir sobre este tipo de conductas.
“El niño que es agresor”, dice Martí “es porque existen causas personales o familiares que propician la violencia. De una familia normalizada en la que no hay agresiones o conflictos es raro que surja un niño que ejerce acoso si no tiene ningún problema de salud mental”.
“El niño acosador también es víctima”
“Más bien, suelen ser niños con síntomas depresivos o con problemas para el control de la ira que también se ven en otras relaciones sociales”, prosigue. “Se comportan de manera agresiva con otros niños, o no respetan ningún tipo de autoridad; en su casa suele haber patrones educativos excesivamente blandos o excesivamente rígidos”.
“Si no se trabaja con ellos, seguirán acosando”
A menudo, afirma la experta, “el niño que es acosador también es víctima. O ha sufrido acoso o lo está sufriendo; puede ser víctima de alguna negligencia o puede estar sufriendo algún tipo de psicopatología. Hay que trabajar con ellos, porque un niño no nace agresivo porque sí”.
En estos casos, es fundamental actuar sobre ese entorno que está engendrando las conductas violentas: “Hay que trabajar con el niño y hay que trabajar con la familia. Por más que se trate de mejorar el diálogo y la empatía con el niño, si llega a casa y lo que hay son gritos, insultos o problemas familiares, no sirve para nada”.
Precisamente, Martí concluye reivindicando esta cuestión. “De manera totalmente justificada, se ha trabajado sobre todo sobre las víctimas”, opina. “Pero nos estamos olvidando de que existe un agresor que va a seguir agrediendo si no se trabaja con él y que además es también una víctima”.