Gema, paciente con cáncer de mama: “La micropigmentación me ha devuelto la autoestima”
Mirarse al espejo y reconocerse. Ni es frívolo, ni en absoluto una cuestión superficial. Y no lo digo yo, lo dicen las propias pacientes. Por supuesto, lo más importante durante el largo proceso de un tratamiento por cáncer, es conseguir curarse. Sin embargo, el día a día lo sufren ellas, y son ellas quienes nos trasladan la importancia de sentirse bien, de que el espejo no les devuelva a diario la imagen de la enfermedad sino la de la esperanza. En España, la incidencia por cáncer de mama va en aumento, suponiendo ya casi el 30 por ciento de todos los tumores en las mujeres. La buena noticia es que está disminuyendo significativamente la mortalidad.
Pero como nos cuenta Gema, paciente con cáncer de mama entrevistada por el diario este medio, las cifras son importantes (el pelo se cae en otros tipos de cáncer: el de mama es un ejemplo muy representativo) pero vivir el día a día con mayúsculas es fundamental.
Para ello, “es imprescindible poder mirarte al espejo y no ver en él la enfermedad. Cuando tuve el diagnóstico, una de las cosas que más me preocupaba era la caída del pelo, pero no el de la cabeza, porque puedes ponerte un pañuelo o una peluca, sino el de las cejas y las pestañas. Cuando se cae, tu rostro se vuelve inexpresivo, triste, y es muy deprimente. Afortunadamente, existe la micropigmentación. A mí, sin duda, me devolvió la autoestima. La línea del eye-liner tatuada, y mis cejas también, (junto con los labios bien rojos) fueron grandes aliados para no venirme abajo”.
Caída del pelo en el tratamiento del cáncer
A Gema no se le cayó el pelo inmediatamente, pero en cuanto empezó a ver que el proceso de caída había comenzado (como sucede en una gran mayoría de casos), fue a su peluquera a cortarse el pelo. “Como te puedes imaginar, yo al principio no tenía nada de esto en la cabeza. Me refiero a nada que tuviera que ver con mejorar mi aspecto físico. Primero estás asustada y concentras toda tu energía en el proceso de curación. Fue mi peluquera quien, cuando acudí a que me rapara, me sugirió que probara a hacerme micropigmentación en las cejas para verme mejor. Y allá que fui”.
Cuando la profesional estaba ‘tatuando’ las cejas de Gema, le habló de la posibilidad de hacer lo mismo con la línea de las pestañas del párpado superior “que duele muchísimo, pero volvería a hacer mil veces”, nos dice. Cuando la profesional finalizó el trabajo, a Gema se le saltaron las lágrimas de la emoción, “y eso que a mí aún no se me habían caído todas las pestañas ni las cejas por completo, fue menos shock. Pero de repente me ví guapa, no veía la enfermedad en el espejo. De hecho, cuando iba al hospital y veía mujeres con esos rostros sin pelo, tristes, sin expresividad, me daban ganas de decírselo a todas”.

Para la paciente, la micropigmentación le ayudó a recuperar su autoestima, y a sentirse guapa, “desde que supe que tenía cáncer de mama, me aterrorizaba la idea de dejar de ser yo, de que mi rostro cambiara, de perder mi esencia. Es así, tal cual, que nadie se atreva a pensar que es una frivolidad porque es muy serio. Poder mirarte al espejo sin volver la cara, y encima sentirte bella, es parte del tratamiento también. Porque hay que vivir el día a día, y es muy duro, verte desmejorada físicamente, sentir el estigma, que todo el mundo te mire por la calle con cara de ‘pobrecita’. Cuando veía a conocidos, muchos me decían que porque sabían por lo que estaba pasando, que si no, no hubieran pensado que estaba enferma”.
¿Qué es la micropigmentación oncológica?
Gema aún no ha llevado a cabo la reconstrucción mamaria. Pero cuando lo haga, tiene clarísimo que se hará la micropigmentación para dibujar la areola y volver a sentirse bien, completa. “Es curioso cómo algo a lo que nunca habías dado importancia, a tener pezones, dos pechos más o menos iguales… ahora se hace un mundo. Tu feminidad está en juego, y es un paso vital para volver a ser tú misma cuando todo esto acabe. Fíjate si es importante, que la primera vez que lloré no fue cuando me dieron el diagnóstico, sino cuando ya me habían operado, me quitaron la venda del pecho, y ví esa masa sin forma. Aquello me afectó mucho psicológicamente“, comenta Gema.

Para saberlo todo sobre esta técnica, que puede hacerse cualquier persona, pero que es especialmente relevante en pacientes oncológicas, hemos hablado con una profesional, Berta Valenciano. La experta colabora en el Proyecto Yunquera, en el que los cirujanos plásticos del Hospital de Guadalajara confían en ella para ayudar a pacientes que han pasado por una mastectomía y desean reconstruir sus areolas, con el fin de aumentar su autoestima y bienestar.
“Siempre he sentido que fue la micropigmentación oncológica la que me eligió a mí, y no al revés. Fue un día, en que una de mis clientas había recibido el diagnóstico de cáncer, y siendo consciente del duro proceso físico y emocional que le quedaba por recorrer me pregunté, ‘¿cómo puedo ayudarla?’ Y a por ello fui. Saqué el título de higiénico sanitario y todo lo necesario para hacer micropigmentación, que es una técnica que consiste en la implantación de pigmentos a nivel epidérmico. No es un tatuaje al uso. A través de maniobras específicas, y tras la mezcla de pigmentos homologados, podemos crear trabajos muy realistas y de efecto natural“.
Y claro, la piel de una persona ‘normal’ y otra que está atravesando un cáncer no tiene nada que ver, esta última es mucho más sensible. La quimioterapia obliga a unos cuidados especiales. Yo siempre trabajo junto con el oncólogo, que es quien conoce todo el proceso de la enfermedad del paciente y su evolución”, comenta Valenciano.
Qué zonas de las pacientes oncológicas admiten micropigmentación
Como nos explica la especialista en esta técnica, las cejas es la zona más solicitada, “ya que son las grandes protagonistas del rostro, puesto que enmarcan nuestra mirada y dan expresión a nuestras emociones. Realizarse la micropigmentación antes de someterse a quimioterapia, ayudará de forma muy positiva a la paciente, evitando el shock de mirarse un día al espejo y ver que las cejas han desaparecido. Un tratamiento de cejas se realiza en una sesión de dos horas y, a los treinta días, se hace otra de continuidad. Dura entre uno y dos años”.

Por lo que respecta a la línea de las pestañas superiores, la del eye-liner, Berta Valenciano nos explica que “se trabaja de una manera muy sutil, la técnica se llama densificación de pestañas, y con ella conseguimos un efecto óptico de pestañas. Como consecuencia, vemos una mirada mucho más alegre, viva y saludable. Las dos sesiones igual que en las cejas, y la duración oscila entre 1 y 4 años”.

La tercera zona que se trabaja en las pacientes oncológicas es la areola y el pezón. “Se realiza en mujeres que han sido mastectomizadas, y siempre tras la aprobación de su oncólogo y cirujano plástico. Un tratamiento con resultados naturales y realistas con los que ayudamos al bienestar físico y emocional de la mujer que ha sufrido un cáncer de mama. Se hace en una sesión de hora y media, más otra a los 30 días. La duración puede llegar hasta los 5 años, y lo mejor de todo es cuando te dicen que vuelven a ser ellas, que se sienten completas, que ya se miran al espejo y no se sienten mutiladas“, explica emocionada la especialista.
La micropigmentación en pacientes oncológicas no es una técnica sólo para pigmentar la piel. “Es algo más para lo que no tengo palabras, es hacer visible lo invisible, es tratar desde el corazón, es ayudar… yo lo llamo ‘pinceladas de autoestima’“, concluye Berta Valenciano.
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